Esta droga no es nueva. Se habla de que se preparó por primera vez en 1887 en Alemania y que se usó en Japón en 1919. En la Segunda Guerra Mundial, ya se usaba en el campo de batalla y por ambos bandos para mantener despiertos y alertas a sus soldados. Los suicidas Camicaces japoneses, se la inyectaban antes de cada misión.
Cuando inició abiertamente «la lucha contra el narco» en el mundo, oficializada por Ronald Reagan y sostenida desde entonces por todos los mandatarios norteamericanos, el nivel de consumo de cocaína aumentó en Estados Unidos de 80 toneladas en 1979 a 600 toneladas en 1987, el aumento hoy en día es ya desproporcionado.
El gran negocio
Durante 1976, un inspector de la CIA reconocía que precisamente la CIA introdujo la epidemia del Crack en las calles de los Estados Unidos de Norteamérica. Gary Webb, el periodista que hizo pública esta noticia, termino muerto de dos balazos en la cabeza.
«Los militares norteamericanos no combaten la producción de droga en Afganistán porque les reporta 50.000 millones de dólares anuales: son ellos quienes transportan la droga al exterior con sus aviones militares, no es ningún misterio» declaración hecha en 2009 al diario Russia Today por el general ruso Majmut Garreev.
Estados Unidos mueve aproximadamente un trillón de dólares anualmente con él narcotrafíco; esta cantidad es mayor que la del negocio del petróleo y el gas natural, ademas duplica también los ingresos de la industria automotriz. Cifras como las mencionadas anteriormente, nos llevan a pensar qué no es posible que el país más poderoso del mundo y con un presupuesto multimillonario en el rubro de seguridad, no pueda blindar sus fronteras para evitar que se introduzcan las drogas a su territorio.
Enormes cantidades de dinero producto del narcotrafico regresan a algunos países de Latinoamérica incluyendo a México, como recursos para financiar por medio de infiltraciones: el paramilitarismo, grupos guerrilleros y narcotraficantes, para así poder deslegitimar movimientos sociales y organizaciones avocadas a la lucha de los derechos civiles de la población, o a grupos con ideologías que amenazan la hegemonía del imperio estadounidense.
Otras fuertes cantidades de dinero también regresan a países latinoamericanos previamente lavadas en Wall street, como fondos para luchar contra grupos crimínales; tal es el caso de la iniciativa Mérida en México que ya tiene instaladas en nuestro territorio, bases militares norteamericanas que so pretexto de restablecer la paz y el orden de nuestro país violan impunemente nuestra soberanía.
Y así, la historia nos da testimonio de qué lo que padecemos en la actualidad, no es más que el resultado de un engaño.
Mientras esto sucede, y los poderosos hacen negocios millonarios con la falsa guerra contra el narco, los mexicanos seguiremos aportando las víctimas de una prohibición hipócrita.
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