Estamos viviendo algo inédito en México, una nueva forma de hacer política, una nueva manera de afrontar la situacion del país.
El principal problema de México, es la desigualdad.
México, no avanza, porque por un lado, tenemos personas multimillonarias, que siempre han estado del lado de la política.
Por otro lado, tenemos generaciones de pobres que se multiplican al mismo ritmo de las ostentosas fortunas de los más ricos.
¿Qué nos pasa?
Un segmento de la sociedad, en una posición intermedia, aspiracional, con mentalidad futbolera, defiende a capa y espada al explotador; ese segmento, padece el síndrome de Estocolmo, pero no lo alcanza a comprender, porque inconcientemente, cree que si su captor está bien, a ellos les irá menos peor. No se dan cuenta que la amenaza está implícita en la oposición actual.
La única oportunidad que sienten, es que estar «mejor» que los pobres «resentidos», les da un plus, y que los posiciona en un estatus superior… «Nosotros no queremos nada regalado» y con esa mentalidad, ceden derechos, hacen a un lado garantías y permiten cualquier atropello, el agravio que sea, y muchas veces lo pagan hasta con su propia vida.
Han dejado de pensar, y creen que lo que a los demás les pasa, es mala suerte, o que se lo merecían, no se dan cuenta que la injusticia que padece el prójimo, es una amenaza para todos.
A nadie le gusta la miseria, ni la carencia… La mayoría, no tiene otra opción.
Le dicen «resentido» al que ha visto, a generaciones familiares, padecer una y otra vez los mismos engaños… Aunque, cada día hagan mayores esfuerzos; esa gran mayoría de la sociedad, busca desesperadamente alcanzar una vida digna, apenas con lo más básico, y la realidad le dice que no, que su esfuerzo no vale más que para sobrevivir.
Los pobres en México, sólo pueden comprar lo mínimo indispensable para no morirse de hambre, y lo único que les venden sin necesidad de pagar un sólo peso, es una esperanza.
Estamos viviendo una gran revelación en nuestro país; quienes permitieron el robo (le llaman desvío pero es un vil robo) están despreocupados, gozando de la vida, los placeres, el derroche y la impunidad…y el que por una necesidad, matemáticamente justificada recurre al hurto de una lata de atún, o osa en ir a cazar unos conejos para comer, cae en las garras de justicia, y tiene que pagar ese error con 9 años de su vida privado de la libertad.
Decía el gran escritor uruguayo, Eduardo Galeano: «la justicia es como las serpientes, solo muerde a los descalzos”.
Tristemente eso sucede todos los días en nuestro México, lindo y… herido.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, dice que está barriendo la corrupción de arriba para abajo, cómo se barren las escaleras, y lógicamente así tendría que ser, pero… al mismo tiempo, pretende perdonar a los expresidentes, y a todos sus secuaces (léase: miembros de sus gabinetes)
¿Por qué?
Millones de mexicanos, votamos por un cambio, y el principal sería: romper el pacto de impunidad, que siempre ha existido. Votamos por un México diferente y la corrupción nos había condenado a un descaro que ya no era posible soportar, entonces queremos construir un México más justo, y no podemos empezar injustamente, «perdonando» a los responsables de la actual barbarie. Ningún mexicano votó por un pacto de impunidad, eso lo tiene que entender el presidente.
La única esperanza válida, es la que tiene un sustento.
Hay, constitucional y jurídicamente, los elementos necesarios, para que el estado de derecho, se aplique y se juzgue a los responsables de esta hecatombe, moral, social, financiera y política.
¿El costo? Los mexicanos, decidimos el 1ro de julio de 2018, históricamente, asumir el costo que sea necesario para darle un nuevo rumbo a nuestro país. La oposición obviamente no lo entiende, pero… ¿El movimiento de regeneración nacional, su lider moral y los representantes electos, tampoco?
Hay cifras, otra vez, hay gráficas, otra vez, hay discursos, otra vez, hay dádivas, otra vez; pero también hay impunidad e injusticia… otra vez.
Mientras en México, no sean derrumbados los muros de la impunidad y la injusticia, el de la riqueza mal habida y la pobreza impuesta, no habrá un mejor futuro.
Personalmente, veo el reloj del tiempo, y me preocupa que no llegue la justicia… ¿Venganza? Pueden llamarlo cómo quieran, pero finalmente, la justicia es vengadora precisamente de la injusticia, de esa falta de… ¿O es un nuevo pacto?
Veo el cínico descaro de los responsables de la actual situacion, hasta buscando crear un nuevo partido político, precisamente porque saben que son inmunes a la justicia.
Veo a los mismos pobres, en los mismos cruceros, a los mismos policías corruptos, a los mismos vendedores de droga, a los mismos delincuentes, a los mismos oprimidos, a los mismos periodistas con miedo, a las mismas mujeres indignadas, las mismas calles hechas pedazos, los mismos niños de la calle, los mismos emprendedores sin apoyos, sin condiciones… Los mismos criminales peleando plazas por encima de toda autoridad y eso, es muy preocupante.
Sinceramente lo digo, con toda objetividad: así, puede pasar el sexenio, y entonces México, será: tierra de nadie.
Ojalá el presidente lo entienda: «Para grandes males, grandes remedios»
La mejor consulta popular, fue el 1ro de julio de 2018.
México quiere justicia, más allá de triunfos o derrotas electorales.
¿Todavía no lo pueden digerir?